El tiempo pascual, en sus orígenes, era celebrado de manera conjunta como una solemnidad ininterrumpida de cincuenta días que abarcaba todo el misterio redentor. Toda la cincuentena pascual constituye «un solo y único día festivo»: el gran domingo. Los ocho primeros días de la cincuentena forman la octava de Pascua, que se celebra como solemnidad del Señor.
Era una semana totalmente festiva y de descanso de los trabajos temporales. Se cerraban los negocios, los tribunales y se prohibían los intercambios comerciales.
Siguiendo esta tradición festiva, esta semana no tendremos oración.