Hoy, la Iglesia celebra el Día de los Fieles Difuntos. Esta fiesta responde a una larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma.
Como dice hoy el Papa Francisco: «En Cristo hay una misteriosa solidaridad entre los que han pasado a la otra vida y nosotros, peregrinos en esta: nuestros seres queridos fallecidos continúan cuidándonos desde el Cielo. Rezan por nosotros y nosotros rezamos con ellos».
Por eso, no queremos dejar pasar este día sin acordarnos de todos aquellos familiares y amigos que partieron al encuentro con Dios, y especialmente de nuestros hermanos y hermanas fallecidos en el último año, rezando para que nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Oración en el Huerto interceda por sus almas y María Santísima de Gracia y Esperanza los guarde y proteja siempre.